Cuando la política y la ciencia no se ponen de acuerdo, veo solo un camino… la extinción de los seres humanos.
Aquellos que no tienen memoria están obligados a repetir los errores…
En las últimas semanas, la pandemia de Covid-19 nos está haciendo ver y vivir una situación más que surrealista, estamos observando de cerca cómo la humanidad se enfrenta a una de las peores catástrofes que ha sucedido en la historia humana, sí, porque este fenómeno involucra no a un pequeño grupo de países occidentales, sino a todo el planeta, pero no me refiero al daño que causa el virus (que desafortunadamente es visible para todos) sino a las medidas políticas que deberían tomarse en tiempos razonablemente rápidos. Es una crisis política mundial y nadie es inmune a las decisiones de nuestros gobernantes, en el bien o en el mal. Si nos detenemos a pensar en cómo se toman estas decisiones, casi parece que estamos viviendo una serie de televisión de ciencia ficción, pero los protagonistas somos nosotros, la humanidad en su conjunto.
La política contemporánea por sí sola no llega muy lejos si la ciencia no lo respalda (incluso la economía sigue reglas matemáticas precisas) y este virus destaca la capacidad de los gobernantes de todo el mundo para tomar decisiones importantes y responsables que deben ir más allá de preservar una economía: preservar a los seres humanos!. Un consumidor muerto no consume, pero parece que algunos políticos no entienden esta regla basilar.
Si observamos cómo se propagó el virus de este a oeste, y cómo los políticos lo tomaron a la ligera (sin escuchar a la ciencia cuando tuvieron que hacerlo) casi parece que la clase política en su conjunto ha tenido las mismas etapas específicas a la noticia de tener un tumor en su propio cuerpo (modelo de Kübler-Ross):
La etapa de la negación (y aislamiento, entendido en este contexto como: «No quiero hablar de eso»). En la primera semana de diciembre de 2019, los primeros casos de coronavirus comienzan a aparecer en la ciudad de Wuhan (capital de la provincia China de Hubei, el epicentro de la pandemia), los gobernantes mantuvieron a la población en la oscuridad durante varios días (casi rechazando la idea que otro virus había llegado a la ciudad), pero afortunadamente después de un tiempo tuvieron que aceptarlo. En cuanto a los otros países, puedo entender que hasta que el virus no llegue a su hogar, uno se siente tranquilo, pero al menos comenzar a alertar a las instituciones y a las personas preparadas en estos casos (lo que se dice «saca el protocolo del cajon» y comenzar al menos a leerlo…).
La etapa de la ira (entendida como: «¿por qué sucedió en mi ciudad?»). Cuando llega a Europa, en particular al norte de Italia, parece que la tortilla ya está hecha, la cantidad de personas infectadas fue suficiente para crear las zonas rojas y así se hizo, pero después de un tiempo surgió la idea de extender las zonas rojas pero a algunos políticos no les iba bien, afortunadamente, sin embargo, esto duró poco y tuvieron que aceptarlo.
La etapa de la negociación (o llegar a un acuerdo): esta fase es típica de los grupos de políticos que deben «negociar» a la fuerza los compromisos para encontrar soluciones comunes (lo increíble es que esta etapa aún no ha terminado, solo para dar dos ejemplos: hasta la fecha, todos los países de la comunidad europea se niega a tener una línea común, y en los Estados Unidos de América, los gobernantes «federales» rechazan un grupo de trabajo común con el gobierno central).
La etapa de la depresión: esta es la más extraña porque, en mi opinión, la depresión está en la población que sufre estos cambios no programados, puedo entender envés una fase de estrés entre los políticos, pero no creo que sea necesario un ejemplo…
Finalmente, la etapa de la aceptación: esta fase es inevitable si no se desea quedarse al margen, es la parte que le permite ver con mayor claridad qué se debe hacer y cómo (obviamente no solos, junto con la comunidad científica). Un ejemplo es el presidente de México, con 130 millones de habitantes (Andrés Manuel López Obrador, AMLO para los amigos … pero él no es amigo mio…) que luego de rechazar el concepto de que el coronavirus puede dañar a su población (fue suficiente decir de tener un amuleto para alejar el mal) tuvo que aceptar la idea de que incluso en México uno se puede enfermar… ¿otros nombres? El presidente de los Estados Unidos: D. Trump (325 millones de habitantes), primer ministro británico B. Johnson (66 millones de habitantes), ¿es necesario otros nombres?
Desde hace varias décadas, moverse físicamente de un punto a otro en el planeta se ha vuelto más fácil y al alcance de muchos, pero Internet ha puesto a disposición de cualquiera que quiera el conocimiento con un clic sin moverse de casa, esto me hace pensar que mientras el virus puede viajar en clase económica sin ser molestado, el conocimiento debería viajar más rápido pero esto no ocurre… ¿por qué?
Las políticas de hoy parecen las mismas desde hace décadas sin evolucionarse nunca, no es digna de este siglo, donde la tecnología está avanzando a pasos agigantados, la política está jugando al juego de las tres cartas… se pierde solo tiempo. Soy ingeniero electrónico y en mi trabajo trato de buscar soluciones todos los días, y sobre todo, informándome cuáles son las últimas tecnologías científica que otros han puesto a disposición en la comunidad para mejorar la vida, y así, a mi manera, hago mi parte. Me pregunto, pero en realidad me refiero a los políticos: ¿es un orgullo no ver lo mejor de otros países para copiarlos? Si vemos a cada nación como un individuo (muy complejo, pero aún así un individuo), este tiene sus fortalezas y debilidades, ¿por qué solo se critican las fallas de los demás en lugar de copiar las fortalezas?… si este fuera el caso, cada país tendría más virtudes y ventajas, y menos defectos y problemas.
Las políticas que conciernen a cosas que van más allá de una frontera como el medio ambiente (y pandemias) no pueden ser individuales, debemos encontrar una política universal que pueda resolver las consecuencias de una posible catástrofe en tiempos aceptables, como se dice: es mejor prevenir que curar, pero parece que el consejo de la OMS para algunos políticos es solo una pérdida de tiempo…
Si por casualidad esta mi reflexión llegara a los jefes de estado de cualquier nación del mundo, me gustaría sugerir (pero solo al final de esta pesadilla), uno de los siguientes caminos:
Renunciar a su cargo, porque cualquiera que sea el resultado es una derrota, mejor déjelo en manos de otros; o de lo contrario, tome junto a otros jefes de estados del mundo una línea común, un protocolo internacional transparente, que puede garantizar una reacción inmediata a una situación como esta.
Ing. Andrés M. Camarda
P.D: Lamentablemente, la historia lo ha confirmado, seguramente habrá otras epidemias o, como ya ha sido estudiado por la OMS, falta que suceda la pandemia que se espera provenga de la India; es por eso que ya no podemos darnos el lujo de olvidar y no estar listos y preparados, como sucedió con las otras epidemias: «La gripe española», «La Sars» y «El ‘Ebola» (entre muchos otras de menor velocidad de contagio y muertes).
No hacer nada o posponer el problema una vez más, es entregarle a la muerte mas vidas humanas …
…con la gran posibilidad de una extinción de nuestra especie!
De una sola cosa debemos estar seguros: ¡la naturaleza no tarda en pasar factura al mal que se le hace y sobretodo, ¡¡¡que la tierra puede sobrevivir tranquilamente sin nosotros!!!
Me permito sugerir también a los jefes de estado que no digan mentiras piadosas, en estos casos, a la población, sobre la situación económica, social y política y que den la justa información sobre la gravedad de lo que sucede. Otra cosa importante es ser sinceros y comunicar cómo están realmente las relaciones, de su respectivo país, en comparación con las otras naciones, en todo lo que se refiere a las relaciones políticas, las ayudas económicas y sus alianzas.
Athena