EL GATO

El gato

I

Por mi cerebro se pasea
como en su departamento
un bello gato, fuerte y opulento.
Cuando maúlla se oye apenas,

su timbre es tierno y discreto;
por más que su voz se calme o gruña
es siempre rica y profunda.
He aquí su encanto y su secreto.
Esta voz que adorna sin ultraje
allá en mi fondo tenebroso
otras voces del verso numeroso
y me pone feliz como un brebaje.
El adormece los más crueles males
y todo éxtasis concita,
voz que me dice las más largas frases
y ninguna palabra necesita.
No es el arco que a morder venga
el instrumento de mi corazón,
ni el que lo hace cantar una canción
desde su más vibrante cuerda;
que venga tu voz, gato misterioso,
gato seráfico y extravagante,
en el que todo es, como en un ángel,
tan sutil como armonioso.

II

De su pelambre rubio y bruno
sale un perfume tan dulce
que me embriagó una tarde cuando puse
en su piel una caricia, sólo una.
Es el espíritu familiar:
todo se somete a su imperio,
juzga, manda, inspira el lugar,
¿es un hada tal vez, un ser eterno?
Cuando mis ojos como imanes
se vuelven hacia el gato amado,
me parece advertir que en mis afanes
es a mí mismo a quien he mirado,
veo cómo, asombrosamente,
el incendio de sus pupilas pálidas,
vivientes ópalos, farolas claras,
que me contemplan luego fijamente.»

Charles Baudelaire

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