La naturaleza humana necesita, a veces, a lo largo de la vida, nadar en contra de la corriente, rebelándonos de imposiciones sociales. El Salmón es uno de los animales más obstinados que hay en la naturaleza. Nace en el río y crece en sus superficies donde encuentra seguridad y alimento, hasta que es adulto. Su madurez la pasa en las profundidades del mar. Cuando llega la temporada de reproducción nada en contra de la corriente para desovar sus crías, llegando justo a su lugar de nacimiento. Para eso, vuelven del mar, es un viaje muy duro. Entran en los cauces de los ríos y nadan centenares de kilómetros, suben cascadas, saltos, pasan charcas, saltan cualquier dificultad para lograr su objetivo, que no es otro que cumplir su ciclo de vida, dar vida y luego morir. Algunos salmones no llegan a su objetivo, mueren en el intento pero eso no consigue frenar a los que si lo hacen. La naturaleza humana también necesita, a veces, a lo largo de la vida, nadar en contra de la corriente, rebelándonos de imposiciones sociales. La rutina y el aburrimiento puede hacernos perder la perspectiva. Viajar, aprender, arriesgarse, enamorarse… en definitiva VIVIR, puede ser la mejor opción. Pero no olvides que si nadas demasiado tiempo contracorriente puedes acabar ahogándote.